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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Su recuerdo.

Sucedió en Agosto. Sabíamos que ese día llegaría, pero nadie dijo que fuera fácil asumirlo. Tantos años juntos... Al principio, era el niño mimado: para él el hueco en la almohada, las caricias exigidas, las atenciones soñadas. Nació María, y Otto esperaba cada noche ante su puerta a que acabara la sesión nocturna de cantos de cuna, para recuperar por un rato el cetro perdido. Nació Mateo, y Otto descendió un puesto en el escalafón de las atenciones reales: pero seguía esperando todas las noches ese momento mágico de silencio, cuando los niños duermen, y el mundo es de los gatos. Pero los reinados no son eternos, nació Tomás. El día se parte en pedazos, cada vez más pequeños. De esta sencilla forma, Otto sufrió una brusca transformación: dejó de ser un gato, y pasó a ser un mono ("el último mono"). Aguardó pacientemente los años en que los niños no sabían acariciarlo y lo trataban como a un peluche. Soportó estoicamente que lo cogieran en brazos cuando casi no podían con él,